CAJETA: DULCE TRADICIÓN
- Jorge Samper
- hace 6 días
- 2 Min. de lectura
Actualizado: hace 5 días
La cajeta es uno de los dulces más emblemáticos de México. Espesa, acaramelada y elaborada tradicionalmente con leche de cabra, tiene su origen en Celaya, Guanajuato, donde surgió en la época colonial como adaptación local de preparaciones de leche caramelizada. Hoy es parte esencial del patrimonio culinario mexicano.
Un origen mestizo y revolucionario
En tiempos del virreinato, los pobladores del Bajío sustituyeron la leche de vaca por leche de cabra, más común en la región. El resultado fue un dulce con sabor más profundo y duradero, que se vendía en pequeños
recipientes de madera llamados cajetes, de donde deriva el nombre cajeta.
En 2022 se impulsó su protección legal como producto con indicación geográfica, reconociendo su vínculo con Celaya y municipios vecinos.
Elaboración artesanal
La cajeta tradicional se cocina a fuego lento en cazos de cobre, combinando principalmente leche de cabra y azúcar. Durante varias horas, la mezcla se remueve constantemente hasta obtener una textura densa y un sabor caramelizado único.
Existen diversas variantes, como:
Cajeta quemada: con sabor más intenso por cocción prolongada.
Envinada: con un toque de licor.
De vainilla o nuez: con ingredientes aromáticos o crujientes añadidos.
Tatemada (Sayula, Jalisco): elaborada con leche de vaca y una superficie ligeramente tostada, es una variante regional emparentada con la cajeta.
Un dulce con identidad
Más que un postre, la cajeta representa saber tradicional y cultura popular. Se disfruta con obleas, churros, empanadas, crepas, pan o incluso sola. Su textura espesa y su sabor profundo la distinguen del dulce de leche de otras regiones del mundo.
La auténtica cajeta no es solo una delicia: es un testimonio vivo de la historia y riqueza artesanal de México. Un dulce con raíces profundas y sabor inolvidable.
En Si nos dejan, la cajeta ha sido parte de nuestra carta en varias ocasiones, servida en distintas versiones que celebran su versatilidad y profundidad de sabor: como flan casero, pastel de tres leches o como protagonista de unas irresistibles crepas.
