SOPES: EL ANTOJITO QUE NO PASA DE MODA
- Jorge Samper
- hace 4 días
- 3 Min. de lectura

Pocos antojitos representan tan bien la esencia de la cocina mexicana como el sope. Esa base de maíz gruesa, con sus bordes pellizcados y de corazón generoso, ha conquistado calles y mesas desde tiempos antiguos. Pero, ¿de dónde vienen los sopes? ¿Cómo han evolucionado? ¿Y por qué siguen siendo un clásico que no pasa de moda?
Un platillo con raíces profundas
El uso de la masa de maíz como base para preparar antojitos tiene raíces muy antiguas. Las culturas prehispánicas ya moldeaban bases de maíz más gruesas que las tortillas,
aprovechando este ingrediente como el pilar de su alimentación diaria.
Aunque el origen exacto del sope es incierto, se considera una evolución de esas preparaciones tradicionales. Su forma característica, con los bordes pellizcados que ayudan a contener los ingredientes, es resultado de esa creatividad culinaria nacida del maíz.
A partir de el intercambio cultural con Europa, ingredientes como el queso, la crema o la manteca se incorporaron a estas preparaciones, dando origen a una versión mestiza que conservó el alma indígena, pero se enriqueció con nuevos sabores.
Un estilo en cada región
Aunque el concepto básico es el mismo, (una base gruesa de masa con toppings encima) cada región de México tiene su propia interpretación del sope. En el centro del país, por ejemplo, se hacen con masa blanca o azul y suelen llevar frijoles refritos, salsa, lechuga, queso fresco y crema.
En Jalisco, se fríen en manteca y se rellenan con chorizo o picadillo. En algunos lugares de Nayarit, hay quienes los sumergen en salsa de chile antes de prepararlos y en zonas costeras incluso pueden llevar mariscos como ostiones. En Veracruz, las picadas o pellizcadas se parecen mucho a los sopes, pero suelen ser más sencillas, con salsa, cebolla y queso, sin frijoles ni carne.
Y como todo lo que es querido, también ha sido reinterpretado. Hoy puedes encontrar sopes veganos, con formas especiales para fechas como San Valentín, o con ingredientes gourmet en versiones de alta cocina. Pero la base sigue siendo la misma: maíz, sabor y tradición.
Cultura y comunidad
Comer un sope no es solo un acto gastronómico, sino cultural. Es un platillo profundamente ligado a la vida cotidiana mexicana: desayunos en mercados, puestos callejeros, reuniones familiares o celebraciones. Prepararlos en casa o compartirlos en una fiesta es un símbolo de generosidad, de calidez y de hogar.
En muchas comunidades, los sopes se elaboran colectivamente durante fiestas o celebraciones. En diversas regiones del país, su preparación se convierte en un ritual comunitario. También forman parte del sustento diario de miles de familias que los venden en fondas, mercados o tianguis, elaborándolos a mano con técnicas transmitidas de generación en generación.
Un clásico reinventado
Quizá una de las razones por las que el sope nunca ha pasado de moda es su versatilidad. Puede ser tan simple o tan elaborado como se desee. Puede comerse de pie, en la calle, o servirse en un plato elegante. Puede llevar solo salsa y queso, o un guiso complejo. Y siempre, siempre, conecta con algo más profundo: con nuestras raíces, con nuestra gente y con la alegría de compartir.
En Si nos dejan, servimos los sopes con orgullo, como parte de nuestro compromiso con la auténtica gastronomía mexicana. En nuestra carta puedes encontrarlos con tinga de res. También los preparamos con chorizo como uno de los entrantes en nuestro brunch mexicano, donde celebramos los sabores de México en un ambiente relajado y festivo.
Porque para nosotros, cada sope no es solo un antojito: es una muestra del cariño con el que cocinamos, una manera de honrar nuestras raíces y de compartirlas con quienes nos visitan en Pozuelo de Alarcón. Ya sea durante un brunch, en una noche con amigos o como parte de una comida completa con la familia, un sope siempre sabe a México.
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